[1] Pretendo presentar la posición que, como Obispo Luterano, he asumido desde mi entendimiento de la ética luterana. Para ello habré de utilizar los datos conocidos de la historia de Puerto Rico, así como enseñanzas luteranas que aprendí desde mi Escuela Bíblica en la Iglesia Luterana San Pedro en mi pueblo natal de Toa Baja.
[2] También pretendo presentarles alguna data, que espero sea suficiente, para que se pueda comprender que la crisis de Puerto Rico es una creada por la circunstancia de no haber obtenido, jamás en su historia como pueblo, la soberanía digna que se merece. Puerto Rico está formado por personas orgullosas de su acervo cultural, personas que se afanan por construir una mejor sociedad y formar un país.
- 19 noviembre 1493 España descubre/invade a la Isla de Borikén (nombre taíno para Puerto Rico);
- 25 noviembre 1897 España le otorga a Puerto Rico la Carta Autonómica, lo que le da, bajo la República Española, mayor libertad al pueblo;
- 1898 Estados Unidos de América adquiere a Puerto Rico como Botín de Guerra debido al resultado de la Guerra (expansionista) Hispanoamericana;
- 12 abril 1900 el Congreso aprueba la Ley Foraker, que nombra una Junta para dirigir los destinos de Puerto Rico;
- 2 marzo 1917 el Congreso aprueba la Ley Jones, dándole mayor “libertad” a los puertorriqueños y otorgándoles la Ciudadanía Americana;
- 1950 el Congreso aprueba la Ley 600 otorgándole a los/as puertorriqueños/as la oportunidad de redactar una “Constitución”, que contiene los tres pilares de un gobierno republicano (Ejecutivo, Legislativo, Judicial), siempre sujeto a los poderes plenarios del Congreso;
- 1952 el Congreso revisa la “Constitución” aprobada por el pueblo, le hace cambios, quitándole varias partes y le dice al Gobierno de turno en Puerto Rico que eso es lo que están aprobando.
- 31 junio 2016 el Congreso aprueba la Ley que crea la Junta de Control Fiscal Federal, en la cual delega amplios poderes para revisar presupuestos, leyes, estatutos, reglamentos, dejando a la Legislatura, Ejecutivo y Judicial de Puerto Rico como “empleados” de la Junta.
[3] Como luterano he entendido que mi llamado al oficio de Obispo conlleva el entendimiento de la realidad social que afecta a la sociedad, toda ella, siendo una de las mejores enseñanzas la tolerancia a las diferencias, mirando a la otra persona como mi prójimo, mi hermano/a, como hijo e hija de Dios. Es esta tolerancia a las diferencias lo que me ha permitido el estar inmerso en las diversas luchas sociales por los derechos humanos, civiles y sociales. Entiendo que ese es mi llamado como hijo/a de Dios, como creyente y luterano.
[4] Es por esa enseñanza, paciente y constante, de mis maestras de Escuela Bíblica, que me forjó el carácter de servir a la otra persona, en especial las que tienen necesidad de que se les ayude, personas que por ser distintas son marginadas. Esa lección de solidaridad la aprendí muy temprano como juvenil, en mi compartir con otros jóvenes, algunos mayores y que no pertenecían a una congregación luterana. Lo pude vivir en el Campamento Luterano durante las jornadas de jóvenes donde participé; también reconozco mi impacto cuando participé en el Campamento Yuquiyú en Río Grande de la Iglesia Evangélica Unida junto a otros jóvenes. Es el encuentro en comunidad la que me dio la oportunidad de crecer.
[5] ¿Por qué narro esto? ¿Qué relación tiene? Lo narro porque me crie en medio de una familia pobre, luterana, en uno de los sectores pobres del municipio. Conociendo de primera mano la necesidad y la ausencia de medios para adquirir bienes para una mejor calidad de vida. Pero saben qué, son los mejores recuerdos que tengo, porque aprendí lo que es amar a otra persona y servirle. Aprendizaje que he ido afianzando en mi vida, la que Dios me ha regalado.
[6] Esa relación, durante mi crianza, ha sido el primer encuentro con una situación social y fiscal difícil, como la que vive nuestro pueblo en estos días. Las riquezas económicas están en manos de corporaciones que no mantienen las mismas en la banca de la Isla, sino que son llevadas a su banca y a sus negocios. Pagan sus contribuciones fuera de Puerto Rico, muchas de ellas tienen exenciones gubernamentales, símbolos de la corrupción. Esas riquezas son invertidas, por las grandes corporaciones, para enriquecerse aún más, comprando bonos municipales y estatales de Puerto Rico, prestando el dinero para endeudar al gobierno y con ello, al pueblo. Comprando a bajo precio y requiriendo el 100% del costo original, más los intereses, a niveles de usura, que tienen los contratos de compra-venta.
[7] Pero también me ayuda a comprender como la corrupción y la irresponsabilidad de líderes políticos también ayudan a formar la crisis que hoy se vive y se siente. Es que la corrupción es un mal que tenemos que erradicar en todos los órdenes sociales de la vida, comenzando por entender que Dios nos da la libertad para hacer el bien. La libertad que nos es regalada para formar una comunidad. Una comunidad que sea feliz, donde la felicidad no es tener más y más, sino compartir con la otra persona.
[8] Esa acumulación de riquezas provenientes de actos ilegales e inmorales (igual a corrupción) son los que han logrado que el Gobierno, a nombre del pueblo, hoy en día, tenga una Deuda Impagable. El sentido común me indica que la crisis ha sido creada por la irresponsabilidad de líderes, pero también ante la indolencia de un pueblo que los elige y de un patrón de encubrimiento, estatal y federal, del real mal que es la ausencia de una soberanía digna.
[9] La base de la realidad que vivimos está ahí, en ese enriquecimiento voraz, insensible y ausente de una solidaridad comunitaria. Es esa exposición temprana a la teología, doctrina y principios luteranos lo que me ha mantenido firme en mi presencia social y comunitaria. En ese transcurrir del tiempo he podido interiorizar que la ausencia de un derrotero social digno, una definición de nuestra soberanía, desde nuestra perspectiva. Tiene que darse una soberanía sana en convergencia con otras naciones, pueblos y sociedades.
[10] La ausencia de una “soberanía digna”, para Puerto Rico, ha permitido que la corrupción social, gubernamental y corporativa se haya entronizado en posiciones de poder y autoridad. Es por ello que para enfrentar esa ausencia de soberanía se hace necesaria de una persona luterana que esté “activa en el amor”, con las consecuencias que ello conlleva. Me acuerdo de Doña Virginia, feligrés en mi primera congregación que siempre me señalaba el contenido del Tratado de Martín Lutero “La Libertad Cristiana”. Ella vivía ese tratado, lo tenía al alcance de la mano. Una vez me regaló su copia personal, significando con ello una entrega.
[11] Nos indica Martín Lutero lo siguiente: “Porque toda obra que no persiga el fin de servir a los demás y sufrir su voluntad-siempre que no se obligue a ir contra la voluntad de Dios-no será una buena obra cristiana.” [1] Esa es la base de mi accionar en la comunidad, actuar siguiendo las enseñanzas de Jesús, vivir su mensaje, enseñarlo a alumnos en la Escuela Bíblica, así como en el ejercicio de mi oficio de Maestro de Escuela Pública por 30 años. La invitación es a actuar de acuerdo a la voluntad de Dios, una voluntad que está basada en el amor, en su misericordia. Un amor que nos invita a la acción comunitaria, en ese caminar con el pueblo que libera y energiza.
[12] Fray Martín Lutero nos exhorta a que recordemos nuestro bautismo a cada momento, es una exhortación a que vivamos de acuerdo a las palabras que se dicen en el Rito Bautismal. Es que la Escritura, el Mensaje que encierra la fe que nos es dada; vivir el bautismo es sentir la lluvia que nos moja, esa agua que nos “empapa”, y nos refresca en tiempos de calor. De calor natural, como el calor de la situación que vivimos ahora mismo.
[13] La crisis económica, social y comunitaria que vivimos en Puerto Rico es una que violenta la vida de todo un Pueblo. Esa violencia se aumenta con las decisiones que han tomado los líderes del gobierno, decisiones tomadas para adelantar su ideología partidista, su programa electoral y beneficiarse de la simpatía popular con malas intenciones. Ese afán por ganar el acceso a la administración del Presupuesto de Puerto Rico, es el motivo principal de una corrupción que nos ha llevado al lugar en que estamos. Es el motivo para envolverme en grupos de acción social:
- Grupo Multisectorial para que no se aumenten tarifas de Energía Eléctrica;
- Grupo Comunitario a favor de una participación más equitativa en los Programas de Salud (Medicare, Medicaid);
- Grupo de trabajo a favor de la equidad de género;
- Concertación Puertorriqueña en Contra de la Junta de Control Fiscal Federal.
[14] La acumulación de la Deuda Pública, que se ha dado por las últimas décadas, alcanza los setenta y dos mil millones de dólares ($72,000,000,000.00); una cifra acumulada y engordada por la irresponsabilidad y la aplicación del dicho popular “el que venga atrás que arree” o “el que viene atrás paga”. Ahora somos nosotros/as los/as que estamos pagando las consecuencias. La actitud de endeudarse, más y más, nos ha traído a lo que hoy tenemos. La consecuencia de nuestra inacción hoy perjudica a futuras generaciones, mis nietos/as y las nietas/os de mi prójimo. Una iglesia silente no es opción.
[15] En mi encuentro con la Palabra, con su interpretación comunitaria, es la que me ha traído a entender que mi pueblo necesita un mensaje sano, ético, moral, que está basado en el Evangelio, que es vida y sacrificio. Es por ello que Martín Lutero en su Tratado sobre Las Buenas Obras indica lo siguiente: “Más cuando sucede algo a un hombre (ser humano) pobre y sencillo, el ojo pérfido no advierte mucho provecho, pero nota bien la malevolencia de los poderosos.”[2]
[16] La gigantesca Deuda, que es, obviamente, impagable, es la acumulación de decisiones desatinadas e insensibles, es la que nos lleva a estar en una situación de indefensión. Lo que lleva a un estado de desesperanza. El Pueblo necesita que su Iglesia le hable con claridad, que haga la denuncia y que le lleve un Mensaje con Propuestas. Porque el pueblo lo que reclama es que podamos tener una dirección social, una meta y una hoja de ruta como sociedad. La Deuda es impagable, pero no podemos detenernos ante esa realidad, el momento es propicio para comenzar a trazarnos la ruta de una soberanía digna, una que nos integre al mundo. Es por ello que:
- Semanalmente, desde hace seis años, escribo una reflexión sobre un verso de la Biblia y la comparto en las redes sociales;
- Mi predicación se ha contextualizado, llevando un mensaje esperanzador, pero también de reto a caminar con el pueblo desde la perspectiva del Evangelio;
- Llevando a cabo, e impulsando, Talleres de Iglesia y Sociedad.
[17] La llegada de la Junta de Control Fiscal Federal (JCFF) nos ha confrontado con una realidad que estaba latente, somos un Territorio/Colonia de USA. Esa es nuestra realidad política, que nos lleva a una situación moral que tenemos que entender y comenzar a superar. Seguir a Jesús implica que nos tenemos que educar en su mensaje, un mensaje que tiene que basarse en la realidad, entenderla para comenzar a cambiarla.
[18] Nos escriben en el prefacio a la obra Lutero al habla, “…y como nueva opción ética, propone el fin de las relaciones superficiales e irresponsables.”[3] La persona luterana está invitada a realizar propuestas honestas, con la gente en mente, pero también con una propuesta de futuro. En este presente, en este día que vivimos, nos tenemos que fijar en los principios que nos sostienen como Iglesia Evangélica Luterana.
[19] Continuar nuestra presencia en el escenario público, como Iglesia, es un Norte/Sur que nos tenemos que imponer. Este momento histórico por el cual estamos atravesando en Puerto Rico es una oportunidad para que la Iglesia se siga haciendo vigente, que su mensaje evangélico sea uno profético, uno que tenga vigencia comunitaria. No es sencilla la tarea que se tiene por delante. Una iglesia que prepara líderes para servir a la comunidad, con herramientas apropiadas y con la flexibilidad necesaria para dejarse transformar por el Evangelio.
[20] Como Iglesia Evangélica Luterana tenemos que acometer la tarea con la entrega a la que nos invita la “fe activa en el amor”, término que tanto repetía el Pastor Che David Rodríguez en sus charlas y cursos. Es el amor evangélico el que nos sigue dando la energía para caminar con el pueblo, gastando nuestras suelas de los zapatos en los justos reclamos que haga la comunidad. En especial, caminar, denunciar, proponer y actuar en los años que tendremos con la Junta de Control Fiscal Federal (JCFF).
[21] La JCFF no es solución, vienen a agravar la situación, no es buena respuesta, ya que vienen a cobrar la deuda para pagar a los bonistas; vienen a recortar empleos, para pagar a bonistas; vienen a recortar servicios, para pagar a los bonistas. Vienen a realizar otros estudios sobre el Desarrollo Económico, cuando ya tenemos propuestas de sectores que ayudan a ese desarrollo. No hacen falta más estudios, hace falta voluntad de cambio. Algunos señalamientos de la Ley que crea la Junta:
- Reglamenta la corrupción al permitir que los miembros de la Junta reciban regalías, prebendas y pagos de personas y entidades privadas;
- Quita los poderes, si alguna vez realmente los tuvieron, de las personas que elige el pueblo, convirtiendo a las elecciones generales en un ejercicio fútil y sin consecuencias;
- Tiene más poderes que la Legislatura, Ejecutivo y Judicial del Territorio/Colonia de Puerto Rico.
[22] La voluntad de cambio tiene que ser formada en el pueblo, en cada uno de los sectores que componen la comunidad puertorriqueña, construyendo una sociedad que pueda sostenerse por sí misma, en una relación amplia con el mundo. Que no se nos sigan cerrando las avenidas de nuestro propio desarrollo. Tenemos la capacidad, como pueblo, de lograr un cambio substancial, reforzando lo que somos: puertorriqueños/as con soluciones puertorriqueñas.
[23] Como Ciudadano Puertorriqueño es mi deber ayudar el esfuerzo necesario para lograr un cambio de mentalidad. Como luterano es mi obligación, desde el Evangelio, el así trabajar para lograrlo. No es un llamado sencillo ni fácil, pero teniendo a Cristo en el corazón lo habremos de lograr. Nos indica Martín Lutero “El cristiano es libre, sí, pero debe hacerse con gusto siervo, a fin de ayudar a su prójimo, tratándolo y obrando con él como Dios ha hecho con el cristiano por medio de Jesucristo.”[4]
[1] Martín Lutero, Libertad Cristiana en Lutero al habla, p. 172, editores Giacomo Cassese y Eliseo Pérez Álvarez; México: 2005.
[2] Marín Lutero, Las Buenas Obras en Lutero al habla, p. 390, editores Giacomo Cassese y Eliseo Pérez Álvarez; México: 2005.
[3] Giacomo Cassese, Prefacio en Lutero al habla, p. XVI, editores Giacomo Cassese y Eliseo Pérez Álvarez; México: 2005.
[4] Martín Lutero, Libertad Cristiana en Lutero al habla, p. 172, editores Giacomo Cassese y Eliseo Pérez Álvarez; México: 2005.